viernes, 26 de julio de 2013

No creo que exista una confesión más sincera que una lágrima. Cuando todo te desborda y no lo puedes evitar. Quizás por eso los cobardes odiamos llorar. ¿Qué hay más vulnerable que una persona que llora? No es fácil encontrar a alguien delante del que poder llorar. Desnudo y sin ninguna armadura, dejarte llevar. Todas esas cosas que no nos atrevemos a decir se derraman así. Y tras tres lágrimas en la oscuridad de aquella burbuja, recuérdame que deje flores en su puerta.

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